
Escritos entre 1980 y 1986, y publicados después de la muerte de Danilo Kiš, la mayoría de estos relatos son algo así como los “lados B” de la colección reunida en el magistral volumen Enciclopedia de los muertos, y que Danilo Kiš desechara a última hora por razones que quizás nunca sabremos, aunque hay versiones que apuntan a que el propio autor detectó una variación de estilo, más cercano a la autobiografía que a la ficción (amén del tono político que emana de estos textos y que en los que conforman Enciclopedia de los muertos no es tan evidente), o quizás de la certidumbre de que aún no estaban terminados, en particular “El apátrida” y “La deuda”. Vale la pena hacer notar que, pese a lo anterior, los textos valen mucho la pena, no sólo por la terrible belleza con que Danilo Kiš aborda los últimos momentos de ciertas vidas desgraciadas, sino además por la oportunidad de examinar un poco de su proceso creativo.
El libro comienza con “El apátrida”, inspirado en la historia real del escritor Ödön von Horvath, que muriera en una tarde de tormenta justo frente al teatro Marigny, en París, cuando le cayó en la cabeza la rama de un árbol. Sin embargo, también podría considerarse como un autorretrato oblicuo del propio Kiš, debido a que el exilio fue un tema que lo obsesionó, sobre todo a partir de 1979, cuando se instaló definitivamente en París tras problemas de índole política en la entonces Yugoslavia. El texto no estaba terminado a la muerte del autor, quien al parecer buscaba escribir un estudio o ensayo, más que un relato.
Con “Yuri Golets” Danilo Kiš aborda la vida de su amigo Piotr Rawicz (de hecho, según los apuntes de Mirjana Miočinović, menciona que así se llamaba el protagonista de la única novela de Rawicz La sangre del cielo) quien tras la muerte de su esposa comienza a obsesionarse con la idea del suicidio. Mas no por un sentido patético de la vida, sino por carecer de la curiosidad necesaria para seguir viviendo. Sin embargo, sus allegados creen que después de un tiempo recuperará las ganas de vivir, y así deciden sustraerse a sus requerimientos de una pistola o al menos unas pastillas de cianuro que le aseguren la muerte y no sólo una ignominiosa parálisis, hasta que poco tiempo después Yuri les obsequia esa sorpresa que ya no esperaban.
En “Laúd y cicatrices”, relato que da nombre al libro, un escritor regresa a su tierra natal después de varios años de destierro para enterarse de la muerte de Nikola, un viejo medio sordo en cuya casa viviera en sus años de estudiante y con quien tuviera noches llenas de alcohol, tonadas de laúd y charlas acerca de la vida, el amor, la literatura, la muerte e incluso de la propia mujer de Nikola, una mujer rusa con la piel llena de las cicatrices de algún incendio, y cuyo sufrimiento seguramente rebasaba lo imaginable. En cierto momento ella le pedirá al escritor que indague acerca del destino de su familia en un viaje que hará a Moscú, con lo que él se enterará de que “existen vidas que nunca merecieron ser vividas”.
“El maratoniano y el juez de carrera” es uno de esos cuentos que propinan al lector un golpe inesperado y perturbador. Valdemar D., corredor en un maratón de 25 km, siente que está, literalmente, corriendo la carrera de su vida, hasta que, a la mitad del maratón un juez de carrera le dice inesperadamente que ya debe descansar, pese a que él está convencido de contar con las fuerzas suficientes para terminar la carrera sin ningún problema…
“El poeta” nos muestra un lluvioso día otoñal de 1945, en el que aparece, en un poste de la ciudad, un papel con un soneto satírico contra la Lucha de Liberación Popular, el Partido y Tito. Poco a poco la policía rastrea al autor, el jubilado Steva Ličina, y tras un interrogatorio en el que Ličina confiesa sin pudores su autoría, le otorgan papel y lápiz, y lo conminan a hacer otro que diga exactamente lo contrario de su soneto satírico. Enseguida se olvidarán de él durante varios años. Así encarcelado, el poeta se dedicará mientras tanto a hacer innumerables variaciones del soneto hasta que queda perfecto. Y así llegará el día en que, tras declamarlo patéticamente ante sus captores, finalmente saldrá libre.
En “La deuda” un hombre a punto de morir decide hacer mentalmente una lista de gente con la que de una u otra forma se siente en deuda, con el fin de otorgarles una suma simbólica de su pensión. Pese a que el cuento está hecho de enumeraciones y tiene varias tachaduras, es uno de los más conmovedores de todo el volumen. Está basado en ciertos detalles de la vida de Ivo Andrić, quien fuera gran amigo de Danilo Kiš.
“A y B”, más que relatos, son dos instantáneas que presumiblemente nacieron a partir de una trivia de 1983 de la revista Actuel, en la que se invitaba a los participantes a hablar de un “lugar mágico” en el que hubieran estado, y del “peor nido de ratas que hubieran visitado”. Al parecer los resultados nunca se publicaron, pero sirvieron para que Danilo Kiš emprendiera dos postales nostálgicas de su tierra.