jueves, 3 de diciembre de 2009

Un crimen premeditado, de Witold Gombrowicz

Un juez de instrucción visita a un caballero rural para ayudarle con algunos asuntos relacionados con sus propiedades. Todo queda acordado para que el juez sea recogido en la estación de tren y posteriormente se aloje en casa del caballero. Sin embargo, cuando el juez llega a la estación, no hay nadie que lo esté esperando. Decide ir a la casa del caballero con sus propios medios en medio de una terrible noche invernal, y después de ser recibido con profundo desagrado por la familia del caballero y de pasar mucho tiempo en medio de una incomodidad inexplicable, se entera de que dicho caballero murió de muerte natural (un paro cardiaco) la noche anterior.

Sorprendido y turbado por la inesperada noticia, actúa con una humildad desconocida incluso para él, lo cual termina por sacarlo de quicio y lo instala en un humor de perros. Decide vengarse de acuerdo a sus facultades: investigará la muerte del caballero y llegará a la enloquecida conclusión, después de una serie de burdas pesquisas, de que hubo un parricidio que en realidad nunca se consumó. Es decir, el caballero murió de muerte natural; sin embargo, en su afán por seguir un orden establecido previamente, el juez hará todo lo posible por lograr que la “muerte natural” del caballero, adquiera el inequívoco rostro de un parricidio cometido por el hijo mayor, como debió ser desde un principio, según su lógica.


Perteneciente a esa joyita titulada Bakakaï, "Un crimen premeditado" es una pieza de narrativa perfecta de Witold Gombrowicz. Pero también es una alucinante vuelta de tuerca al aparente orden que se busca en los relatos policiacos tradicionales, todo a través de un derroche de humor negro y un ambiente plagado de escenas lúgubres, asfixiantes. Obligado para los amantes del género policial.

* Imagen: Nubes nocturnas radiantes sobre la casa del jardín, dibujo de Johann Wolfgang von Goethe.

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