Mostrando entradas con la etiqueta Walser. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Walser. Mostrar todas las entradas

lunes, 9 de mayo de 2011

Vida de poeta, de Robert Walser



Robert Walser muestra en todo su esplendor su celebrada faceta de vagabundo alegre en Vida de poeta (Poetenleben, volumen publicado originalmente en 1918), que contiene 25 relatos breves, y cuyo hilo común, más que las anécdotas –las cuales no relatan casi absolutamente nada– es el hecho del propio disfrute que experimenta el viajero, casi siempre un joven vestido de forma sumamente estrafalaria que suele alegrarse de no cargar con el detestable peso de demasiadas monedas en sus bolsillos y que, cuando arriba a algún nuevo poblado, por lo general es interrogado por las desconfiadas autoridades, normalmente reacias a enaltecer las virtudes de la vagancia. El joven poeta, además de describir el mundo a través del tamiz de una alegre ironía (y que en Vida de Poeta es el tejido mismo de los relatos), se puede contentar con dormir en las pocilgas más miserables, llenas de minúsculos y hermosos monstruos, o a veces en las propias bancas de los parques, pero libre y contento de sí mismo, dispuesto a disfrutar de los sonrientes cielos azules, de la vegetación, de las montañas que salen al encuentro del caminante, o de la lluvia, que no hace sino lavar la propia alma de las miserias del mundo. Y sin embargo, también podemos encontrar pequeñas y fulgurantes alegorías, como en el caso de los relatos “Un talento” y “Los artistas”, en los que Walser pone énfasis en la manera en que puede degenerar la creatividad de los artistas –y por supuesto, ellos mismos– cuando se encuentran chapaleando en una vida tranquila y llena de placeres; o como en “Hölderlin”, esbozo de una biografía del poeta romántico en la que sintetiza la extraña melancolía que lo va acosando hasta que naufraga en el conocido episodio de locura, mas con una trama en la que mezcla precisamente al poeta vagabundo y al artista fariseo que, tras sumergirse en la tranquilidad y los placeres, lo abandona todo en busca de la creatividad perdida); también hay extraños soliloquios, nacidos de una depresiva soledad, como en "Discurso a un botón", o "Discurso a una estufa"; o la desgarradora y desamparada descripción de un instante lleno de belleza y muerte como la que logra en “Frau Wilke”. En fin, una pequeña muestra del Robert Walser menos conocido: el hacedor de historias cortas.

viernes, 4 de febrero de 2011

Jakob von Gunten, de Robert Walser


El anhelo de ser nadie, o en sus propias palabras, de ser “un magnífico y redondo cero a la izquierda”, tan característico en los textos de Robert Walser, toma una forma apoteósica en Jakob von Gunten (1909), una de sus mejores novelas (inclasificable, como casi todo lo que escribió), en la que podemos examinar una especie de diario del propio Jakob von Gunten, un adolescente recién ingresado como alumno en el misterioso Instituto Benjamenta, en donde se acude para convertirse en espléndidos criados serviles, “gente modesta y subordinada” a la que le aguarda poco o ningún éxito en la vida.

Las situaciones que vive Jakob desde el mismo momento de su llegada, anticipan lo que se conocerá décadas después como “literatura del absurdo”, y que influirá decisivamente en escritores como Franz Kafka (Max Brod refiere que Kafka solía leer en voz alta los diálogos de Walser), Walter Benjamín y Elias Canetti, entre otros escasos fieles, algunos años después, en especial por el aire onírico y bizarramente humorístico de ciertos ambientes, así como por la extravagante ironía que subyace en la descripción de cualquier detalle cotidiano que descubre durante sus paseos, o cuando se refiere a los cortos o nulos alcances, tanto de sus condiscípulos, como de él mismo.

Ahora bien, un lector desavisado podría caer fácilmente en la trampa formal que tiende Walser y colocarle a Jakob von Gunten la etiqueta de bildungsroman, como todas esas novelas que invadieron las letras alemanas durante buena parte de los siglos XIX y XX, ya que es muy notable el crecimiento (aunque también se podría hablar de un “decrecimiento”) espiritual de Jakob con el transcurrir de las páginas. No obstante, dicha etiqueta resultaría insuficiente para contener una novela semejante, inclusive aunque fuera vista desde una perspectiva satírica o mínimo como una vuelta de tuerca de ciento ochenta grados de las novelas de formación, ya que Jakob no cuenta con precedentes claros como personaje literario.

Y es que el inefable Jakob parece tener una inteligencia deslumbrante, meticulosa, astuta, producto de sus agudas habilidades de observación, y acaso también de su natural talante orgulloso y aristócrata, si bien en ciertos momentos no duda en renegar de su estirpe, compuesta en otras épocas por bravos guerreros y no pocos estetas, como su propio hermano Johan, un reconocido pintor a quien no buscaría por nada del mundo, pero que saludaría entusiasta y fraternalmente si lo encontrara en la calle, tal como en efecto sucede.

Ahora bien, además de la galería descriptiva de cada uno de sus condiscípulos, entre los que sobresale Kraus, destinado como pocos para la virtuosa tarea de ser criado toda su vida, aunque al mismo tiempo podemos verlo como el alma más pura de cuantas haya conocido nunca, Jakob se da tiempo para elaborar pequeñas historias nacidas de su excitada imaginación, sueños un tanto diabólicos y plenos de simbolismo, descripciones de fútiles travesuras, reflexiones acerca del mundo moderno, de los vicios y virtudes de los hombres, y de cómo pueden tanto perderse en vanas ínfulas o bien ser dechados de virtudes, aunque a condición de que transiten esos senderos con prístina ingenuidad, lo que además resume en una frase no muy lejana de una bofetada: “Dios está con los que no piensan”.

Finalmente, es necesario precisar que el tenue hilo narrativo de Jakob von Gunten reside en los hermanos Benjamenta, dirigentes del instituto, y que muy probablemente conocieron mejores días, según se puede apreciar por las viejas fotos que decoran algunas paredes. Fräulein Lisa Benjamenta, de gesto constantemente frágil, angustiado, parece enamorada del protagonista, lo cual la llevará hacia la muerte, aunque también será la guía de Jakob en el alucinante viaje de exploración que emprenderá hacia su propia alma, en donde vislumbrará las pequeñas alegrías y las grandes tristezas que le aguardan para el futuro; mientras que Herr Benjamenta, en un principio hierático y terrible como un ogro, poco a poco le irá descubriendo una intensa y a veces sospechosa camaradería a Jakob, al grado de invitarlo a irse juntos hacia el desierto (no sabemos si metafísico o real) con el fin de exiliarse de la cultura europea a través de un peregrinaje sin más explicación, cuando el Instituto Benjamenta finalmente zozobre en un océano de soledad.