miércoles, 18 de junio de 2014

La guerra de las salamandras, de Karel Čapek



La guerra de las salamandras (Válka s Mloky, 1936)

Cuando el capitán John van Toch descubrió a las salamandras inteligentes en la isla de Tana Masa, una isla del Pacífico asiático, jamás habría imaginado lo que provocarían en el mundo luego de algunas décadas en las que logran superar con creces a la población humana. Y es que el rústico capitán, curioso por naturaleza, nunca creyó en lo que los nativos de la isla denominaban como "diablos" y decide ir por su propia cuenta a corroborar qué clase de criaturas pueden ser tan espantosas para provocar que aquellos a quienes contrata para obtener perlas, huyan despavoridos de los bajos fondos del mar ante su sola presencia. Así es como un día se decide a conocer a los temidos "diablos", quienes resultan ser una extraña clase de salamandras marinas, las cuales pueden imitar las palabras humanas y acaso razonar, y tras enseñarles cómo defenderse de los tiburones con la ayuda de cuchillos, pero sobre todo, el secreto para abrir las ostras y extraer las perlas, comienza a emplearlas para obtener perlas a cambio de metales y herramientas con los que las salamandras podrán defenderse de sus depredadores y dar un paso en su evolución como especie. 

Van Toch se da cuenta de que su empresa de extracción de perlas puede ser muy exitosa con la ayuda de las salamandras, si bien para eso necesita de un socio capitalista que le otorgue lo necesario para hacer de esa actividad una verdadera industria. Así, acude a un paisano suyo, el checo G. H. Bondy, un judío al que apaleaba cuando niños y que ahora es un exitoso empresario; y tras relatarle sus aventuras en el Pacífico asiático, consigue que financie su exótica empresa. De esta manera, el capitán van Toch será apenas el primer eslabón de la cadena de estupideces humanas: desperdigará a las salamandras por varias islas del Pacífico asiático, y con las recién adquiridas habilidades de éstas para defenderse de sus depredadores, comenzarán a multiplicarse implacablemente por toda la región.

De cualquier forma, aún pasarán varios años para que las salamandras sean descubiertas por el mundo. Y cuando la ciencia, sorprendida, examina la nueva e inesperada especie, así como sus habilidades casi «humanas», las salamandras se convertirán, primero en una moda, y poco después en una fuerza de trabajo que deberá ser aprovechada gracias a sus habilidades submarinas. De hecho, el propio capitalismo y sus intereses serán quienes realmente destaparán la Caja de Pandora, ya que habiéndolas insertado al mercado laboral y de consumo en una especie esclavitud moderna, les suministrará herramientas y explosivos, con lo que irán adquiriendo cada vez más importancia gracias a su gran capacidad reproductiva, la cual comenzará a cernirse sobre la humanidad como una amenaza, sobre todo cuando las salamandras, lideradas por Chief Salamander, buscan expandir sus dominios sobre la Tierra —es decir, en los mares— y comienzan una serie de cataclismos al hundir grandes trozos de tierra firme, si bien buscan, no sin cortesía diplomática, evitar a toda costa los enfrentamientos con los seres humanos, quienes de cualquier forma estarán condenados a una extinción casi completa... 

Si yo fuera un amante de las etiquetas literarias, definitivamente me abstendría de poner La guerra de las salamandras dentro de categorías tan simplistas como «ciencia ficción» o «literatura fantástica», sobre todo porque Čapek no cae en la típica tentación de generar una historia en la que los acontecimientos inverosímiles o fantásticos se colocan por encima de la trama de la novela sin más reflexión que la «novedad» de lo narrado. «Épica de la imaginación» sería, según yo, un término más adecuado. Y es que, mediante supuestos recortes de periódicos, artículos científicos, el seguimiento novelístico de personajes dispares, y un humor a lo Jaroslav Hašek, emprende una crónica en la que la humanidad de la primera mitad del siglo XX se enfrenta, en primera instancia, a la materialización de una utopía llena de bonanzas en los ámbitos económico y social; y que, sin embargo —como suele suceder con las utopías materializadas— va desembocando en una catástrofe de proporciones bíblicas gracias a las ambiciones desmedidas que propicia el capitalismo salvaje, cosa que, si somos fieles a la verdad, no está tan lejos de suceder en un futuro cercano, aun cuando no tengamos salamandras. De ahí el gran valor de la novela de Čapek: ser capaz, mediante una sátira imaginativa, de hacer una crítica sin concesiones de los vicios que han aquejado a los seres humanos (capitalismo, racismo, esclavitud, estados militarizados) no sólo desde que ingresamos en esa fase que llamamos «modernidad», sino desde que iniciamos nuestro papel protagónico como especie. 

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