domingo, 23 de mayo de 2010

Corrección, de Thomas Bernhard


La trama de Corrección (1975), novela de Thomas Bernhard, irrumpe desde la excentricidad: un narrador de quien nunca sabremos el nombre nos cuenta que después de una enfermedad respiratoria que casi le cuesta la vida, ha regresado a sus lugares de infancia en Austria, todo para ordenar los papeles de Roithamer, un viejo amigo suyo que acaba de ahorcarse después de haber construido un extravagante cono habitable para su hermana en el centro exacto del bosque de Kobernauss; es decir, se suicidó después de que ella muriera a causa de la impresión que le causara la visión del cono: una especie de ataque de felicidad por ver materializada en algo físico la que acaso haya sido, sin darse cuenta con anterioridad, su más grande ilusión.

La novela consta de sólo dos partes, las cuales sin embargo fluyen ininterrumpidamente de inicio a fin, como si nos dejáramos arrastrar por el vertiginoso monólogo, primero del narrador y su relación con Roithamer, las fructíferas jornadas de éste en la buhardilla de los Höller, las ideas acerca del arte de la construcción, más que de la pretenciosa arquitectura, la difícil relación con su familia, en particular con sus hermanos y su madre, la infancia en común entre Roithamer, el narrador y Höller, la primera vez que vieron a un ahorcado en la escuela, las reflexiones acerca de lo habitual que son los suicidios en aquellos rumbos, la concepción del cono como una forma de otorgar la felicidad absoluta a su hermana, el único ser que verdaderamente había amado en el mundo; y más tarde, tras un brevísimo intermedio, nos volvemos a hundir en el texto para descubrir otro monólogo en el que el narrador examina y ordena sin tregua una especie de autobiografía de Roithamer, presumiblemente dispersa en varios cuadernos encontrados en la buhardilla de los Höller. Allí saldrán a flote de una manera más íntima tanto su vida en Altensam, como el desarrollo de sus obsesiones, la vida con sus padres, en particular con su propia madre, de quien suele referirse despectivamente como “la mujer de Eferding”, burguesa y vulgar, hija de carnicero y por lo mismo con la mentalidad de carnicero durante toda su existencia. Describe sin suavidad los choques que tuvieron, la separación de Roithamer con su familia para ir a Inglaterra, los desencuentros posteriores, siempre nacidos de insignificancias, y así hasta que pide a los Höller que lo dejen vivir algunos días, en ciertas temporadas no muy prolongadas, en su buhardilla, en su casa, situada algo insensatamente en la garganta del Aurach, río que suele inundarlo todo a su paso cada determinado tiempo, y que sin embargo nunca hundirá la casa de los Höller; una buhardilla, en fin, que le resultará un sitio sumamente fértil para la creatividad, ya que allí concebirá la idea, otrora escurridiza, de emprender, casi con sus propias manos, la construcción de un cono habitable para su hermana, el cual deberá constituir el punto más alto de su felicidad…

Corrección no es una novela sencilla, no da concesiones de ningún tipo al lector; sin embargo, gracias a que la narración posee características de reiteración musical (el ritornello de “Así Roithamer…” que se repite una y otra vez a lo largo del texto), sucede igual que con los remolinos: resulta difícil entrar a ellos, pero una vez dentro es casi imposible salir, hasta agotar finalmente la última página.