miércoles, 26 de febrero de 2014

El enamorado de la Osa Mayor, de Sergiusz Piasecki


El enamorado de la Osa Mayor
(Kochanek wielkiej niedźwiedzicy, 1937)

Esta es la historia de Wladzio Labrowicz contada por él mismo. Una historia que abarca tres años ubicados en el periodo de entre guerras de Europa Oriental. Aunque él mismo pone un velo en sus orígenes, sí sabemos que cuenta con 23 años al principio de la narración y que es un forastero en Pomorszczyzna, lugar que junto con Raków, Minsk, y diversos sitios de la frontera entre Polonia y la Unión Soviética, serán los escenarios principales de sus aventuras.

Así, Wladeck —que es como le dicen de cariño sus camaradas— comienza la narración con su primer trabajo como contrabandista, en el que el cansancio, el peligro y la adrenalina marcarán el inicio de un modo de vida que le resultará siempre adictivo. Aprenderá rápidamente el oficio, y también que la constelación de la Osa Mayor le puede salvar la vida —como en efecto ocurre en más de una ocasión—, ya que le servirá de brújula en sus empresas nocturnas al estar ubicada ligeramente hacia el Noroeste, con lo que poco a poco la verá como una especie de ángel de la guarda. También hará un recuento de los peligros de la frontera, que consistirán principalmente en que si se es apresado del lado polaco de la frontera, su castigo será de apenas unos meses de encierro, pero si es arrestado en la Unión Soviética podría ser deportado a Siberia y, si acaso no llevaba la mercancía a cuestas, la pena podía ser incluso la muerte por “espía”, además de que los soldados rojos solían disparar primero y averiguar después.

Pese a ser un forastero, Wladek de inmediato consigue hacer profunda amistad con los contrabandistas de experiencia, como Trofida (quien lo inicia en el contrabando), Saszka Weblin (el contrabandista más ilustre del pueblo, a quien salva la vida una noche y que es hermano de Fela, la mujer deseada y nunca obtenida por Wladek), el Lord, y especialmente el Rata, que fungirá como su gran amigo durante toda la novela. Con ellos tendrá no sólo intensos episodios como contrabandista, sino juergas, mujeres y vodka corriendo a torrentes por sus gargantas siempre sedientas. Sin embargo, no todo es camaradería y lealtad; el contrapunto vendrá con los cinco hermanos Alinczuk (especialmente Alfred, su rival), quienes orillarán a Wladek, mediante un ardid, a una vida de bandolerismo y destierro.

La novela consta de tres partes: “Bajo las ruedas del carro”, que trata de los primeros pasos de Wladek como contrabandista hasta que cae en una trampa gracias a los hermanos Alinczuk y a un antiguo contrabandista que se pasa al bando de los soviéticos, traicionando así a sus antiguos camaradas. La segunda parte, “Por los senderos de los lobos”, narra parte de la vida de Wladek en prisión, de cómo escapa de un convoy que lo lleva al destierro Siberiano para regresar con los suyos y hacerse de renombre, compitiendo con Alfred Alinczuk por el amor de Fela. Esta parte culmina con un segundo escape, esta vez de la policía polaca después de que disparara en la pierna de Alfred al tenderle éste una emboscada junto con sus hermanos. Por último, en “Los fantasmas de la frontera” narra su descenso hacia la vida de bandolero, una vida a salto de mata mientras que a la par se ve cómo los contrabandistas de la vieja guardia, que se caracterizaban por una amistad fiel, van cayendo uno por uno, ya sea por los disparos de los guardias fronterizos o por la prisión o el destierro, hasta que sólo queda el propio Wladek con el Rata y el Sepulturero, que se convierten en azote de los contrabandistas novatos y de los hermanos Alinczuk, logrando así una venganza esperada y al mismo tiempo insípida. Sin embargo Wladek lo hace más por su adicción a la vida adrenalínica que por ambición o amor al dinero, y cada vez que puede se desprende de grandes cantidades de dinero con tal de ayudar a quien lo necesite. Poco a poco se irá quedando solo en esa vida sin futuro, convirtiéndose en una especie de animal salvaje, semejante a un lobo o un gato de monte.

El enamorado de la Osa Mayor es una novela sumamente adictiva. En mi caso, a altas horas de la madrugada, tras horas de lectura incesante, quería seguir saboreando las páginas, agotándolas capítulo tras capítulo con tal de saber los desenlaces de cada uno, los cuales invitaban irresistiblemente a seguir con el siguiente, y el siguiente... Y si tuviera que encontrarle algún defecto sería sólo uno: la traducción que J. Slawomirski y A. Rubió hicieron para Acantilado, ya que el lenguaje es quizás demasiado peninsular, con términos que, a menos que alguien me desmienta, jamás utilizamos en los países hispanoparlantes de América, lo que la vuelve un tanto fastidiosa, sobre todo durante los primeros capítulos, pero que, conforme la lectura avanza, no representa un verdadero obstáculo para su disfrute.

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